Andrés Roca Rey salió en hombros en loor de multitudes de la plaza de toros de La Monumental de México tras cortar las dos orejas a su primer toro de la tarde.
De todo lo que hizo, hubo dos cosas excepcionales que como rezan algunas crónicas, fueron motivos suficientes para volver loca a esta plaza tan pasional. «No se mueve porque sabe que el poder de su muleta lo va a defender de lo que a veces parece indefendible, la cornada. Por lo menos así fue y entonces consiguió una faena de la que quedan muchos recuerdos, pero sobre todo dos de ellos, una arrucina –creación del gran torero mexicano Carlos Arruza-, y un cambiado de muleta por la espalda que concluyó en un interminable natural que hizo rugir a la Monumental de Insurgentes.» cuenta Memo Leal en mundotoro.com.
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